Paseo (Libre)

Las hojas crujían bajo mis botas mientras el aire movía mi pelo levemente. Inspiré profundamente, inundando mis pulmones del puro oxígeno del lugar, uno de los pocos que la contaminación no había conseguido derrotar.

La mochila pesaba sobre mis hombros, pero no era algo que consiguiera hacerme daño. Las obras en el pub avanzaban día a día, y en poco tiempo tendríamos un lugar perfecto en el que desconectar de la incansable rutina de la academia.

Divisé un banco no muy lejos, y me dejé caer sobre él, cerrando los ojos y disfrutando de la melodía que mi iPod de ofrecía sin reservas.

Adoraba pasear por el parque a aquellas horas. Estaba practicamente en silencio, podía escuchar mis pasos, mi respiración algo agitada por la caminata, algún pájaro valiente que se atrevía a salir pese al frío.

Escaparme de mi agobiante rutina para acabar allí era una obligación. Algo que necesitaba, no podía explicarlo. Aunque tampoco es que quisiese hacerlo, además de que tampoco tenía demasiadas personas a las que contarles lo que hacía o dejaba de hacer.

Suponía que era lo malo de ser una estudiante de intercambio. No dejas de ser la nueva y apenas consiguen aceptarte. Total, sólo estás de paso, ¿no?

Suspirando, agaché la cabeza y fijé mi vista en el suelo que iba pisando. Las hojas se amontonaban bajo mis deportivas, crujían levemente, entreteniéndome con sus llamativos colores. Me encantaba eso. Lo echaría de menos, estaba segura.

Saliendo de mis pensamientos, levanté la mirada, encontrándome con una chica sentada sobre uno de los bancos.

Parecía ser que la tranquilidad iba a ser interrumpida demasiado pronto, y mi pequeño plan había terminado demasiado pronto.

Abrí los ojos nada más dejar de sentir el calor del sol sobre mi piel, dejando paso a una extraña sombra que permitía que la brisa torturara mi rostro ligeramente. Una chica entró inmediatamente en mi campo de visión, la observé detenidamente un momento intentando reconocerla. Una idea inútil.

- Dos centímetros hacia tu izquierda y volveré a empaparme de vitamina D.-comenté sin miramiento alguno. Su mirada estaba clavada en mi, incomodándome.- ¿No conocemos?

Podría ser una de las alumnas a las que había tomado nota pocos días antes en la academia. Terminé por quitarme los cascos a la espera de su respuesta.

Contemplé a la mujer que me había dirigido la palabra tan bruscamente. La analicé de arriba abajo. La verdad era que no me sonaba de nada, pero tampoco era extraño. Acababa de llegar allí, así que hubiese sido una gran casualidad que hubiese reconocido su rostro entre la multitud. Todos los de esa zona me parecían iguales, como los chinos o japoneses. Era incapaz de diferenciarlos. Creía tener un grave problema.

-Me temo que no. ¿Deberiamos?- respondí en un tono de voz neutral.

Me negaba a mostrarme sincera y alegre con alguien que parecía tener tan malas pulgas, pero más aún a ser maleducada. Ante todo, mostraría una sonrisa.

Sin querer resultar incordiante, me aparté la medida que me había pedido para que el sol llegase hasta ella.

Sonreí abiertamente cuando se apartó, observándola aún a través de mis gafas de sol. Me incorporé hasta quedar sentada de una forma más adecuada.

- ¿Academia Hellfire?-pregunté, sabiendo que terminaría por acertar. A juzgar por su expresión y la manera de vestir, debía ser una de las alumnas de intercambio. Extendí la mano en su dirección, dejando así a la vista uno de los tatuajes.- Nerin O'Kennan.

Las presentaciones habían sido durante años, uno de los ritos más odiosos para mí. Las relaciones sociales no eran mi fuerte, pero eso no me impedía tener mi pequeño grupo de amigos.

Continué manteniendo la sonrisa en mi rostro, en un intento de ser afable, después de todo ella no tenía la culpa de mi extraño mal humor.